
(Ilustración del artista cubano Abel Ballester)
Echado a cuatro patas, el Sapo estaba lamiendo con evidente placer el agua estancada al lado del cordón de la vereda.
Tenían, el agua y el Sapo, un aspecto repugnante y por eso se llevaban tan bien.
¡Ta buena!- gritó. Sigue leyendo