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AQUÍ Y ACÁ
por Sol
Hay veces que uno no puede creer las cosas que le suceden.
Jueves 6:30 AM, me muero, si literalmente. Jueves 6:33 AM resucito, increíble,
pero eso no es lo peor de todo.
Mientras yacía tendido sobre la cama, sintiendo el cuerpo desintegrarse,
emerge de mi cuerpo una luz que se desborda a sí misma, hasta que pasados
unos segundos se semi corporiza; soy yo que me miro a mí mismo y me río.
Después, como si no bastara con lo que ya me había pasado me miro
a los ojos y me digo; soy tu alma y no tengo intenciones de volver a tu cuerpo,
y me siento en un rincón. Yo, o yo corporalmente hablando, me miro a
mí mismo alma y me digo: pero, ¿cómo que no vas a volver
a mí? Y trato de llorar y nada. Yo alma me paro y me río, decido
sentarme en una silla que tengo en el rincón, por si viene alguien a
casa y por esas cosas de la vida moderna debemos estar frente a la Pc, y con
voz firme enuncio que no pienso moverme de ese lugar hasta que se me antoje.
¿Cómo luchar contra el antojo? ¿Por qué no hacer
las cosas más sencillas y darme, no sé, algún cometido,
una hazaña liberadora, una travesía emblemática que me
libere? No. Nada. Sólo capricho. En fin. Hace más o menos siete
años de esto y nada, intenté todo, se los juro, todo, todo y sigo
ahí, y acá a la vez. Increíblemente desesperante.
© Sol, diciembre 2006
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